Hoy en día es impensable que una empresa maneje su información y recursos sin el respaldo de un sistema cimentado en una sólida configuración en bases de datos, automatización de procesos y flujos de trabajo perfectamente definidos.

Hasta ahora era habitual ver cómo cada empleado manejaba su propia información, duplicidad de datos, mala gestión de la comunicación…

Este control individual, por parte de cada usuario, dejó de tener sentido en cuanto se aplicó y extendió la metodología de trabajo en equipo. Esta nueva filosofía planteaba innumerables ventajas, pero para garantizar su éxito era necesario aportar al grupo de las herramienas adecuadas.

En el mercado existen diferentes soluciones con este objetivo, pero han sido diseñadas genéricamente con el objetivo de llegar a todos los sectores, garantizando que cubrirán tus necesidades pero, nada más lejos de la realidad.

Las soluciones genéricas obligan a los usuarios a adaptar una nueva metodología de trabajo, a dejar de lado su metódica previa y, lo que es más peligroso, su concepto de la empresa y el sello que le caracterizaba.

Más allá, esto suele desembocar en un deshuso de la herramienta tras un gran desembolso, te han incluido numerosos paquetes en la solución que no necesitabas y por los que has pagado una gran cuantía. Por otro lado, los bloques que realmente usas no se adaptan al negocio y tus empleados buscarán otras vías para llevar a cabo su trabajo.

Para evitar estos casos, lo ideal es crear un software que se adapte a ti y no al revés. Porque nadie mejor que tú sabe la filosofía y buen hacer de tu empresa. Conoces tus puntos fuertes y aquellos que deben mejorarse con el apoyo de un ERP. Haz que tus empleados se adapten poco a poco, será una transición fácil, amigable y en la que, pronto, todos obtendrán beneficios en sus tareas.